“La destrucción del embrión en el útero materno es una
violación al derecho a la vida que Dios le ha dado al nonato... y esto es un
asesinato."
DIETRICH BONHOEFFER
« El nombre de Jesús ha restablecido a este hombre
» (cf. Hch 3,
16): en la precariedad de la existencia humana Jesús lleva a término el
sentido de la vida
32. La experiencia del pueblo de
la Alianza se repite en la de todos los « pobres » que encuentran a Jesús de
Nazaret. Así como el Dios « amante de la vida » (cf. Sb 11,
26) había confortado a Israel en medio de los peligros, así ahora el Hijo de
Dios anuncia, a cuantos se sienten amenazados e impedidos en su existencia, que
sus vidas también son un bien al cual el amor del Padre da sentido y valor.
« Los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se
anuncia a los pobres la Buena Nueva » (Lc 7, 22). Con estas
palabras del profeta Isaías (35, 5-6; 61, 1), Jesús presenta el significado de
su propia misión. Así, quienes sufren a causa de una existencia de algún modo «
disminuida », escuchan de El la buena nueva de que Dios se
interesa por ellos, y tienen la certeza de que también su vida es un don
celosamente custodiado en las manos del Padre (cf. Mt 6,
25-34).
Los « pobres » son interpelados
particularmente por la predicación y las obras de Jesús. La multitud de
enfermos y marginados, que lo siguen y lo buscan (cf. Mt 4,
23-25), encuentran en su palabra y en sus gestos la revelación del gran valor
que tiene su vida y del fundamento de sus esperanzas de salvación.
Lo mismo sucede en la misión de
la Iglesia desde sus comienzos. Ella, que anuncia a Jesús como aquél que « pasó
haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios
estaba con él » (Hch 10, 38), es portadora de un mensaje de
salvación que resuena con toda su novedad precisamente en las situaciones de
miseria y pobreza de la vida del hombre. Así hace Pedro en la curación del
tullido, al que ponían todos los días junto a la puerta « Hermosa » del templo
de Jerusalén para pedir limosna: « No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te
doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a andar » (Hch 3,
6). Por la fe en Jesús, « autor de la vida » (cf. Hch 3, 15),
la vida que yace abandonada y suplicante vuelve a ser consciente de sí misma y
de su plena dignidad.
La palabra y las acciones de
Jesús y de su Iglesia no se dirigen sólo a quienes padecen enfermedad,
sufrimiento o diversas formas de marginación social, sino que conciernen más
profundamente al sentido mismo de la vida de cada hombre en sus
dimensiones morales y espirituales. Sólo quien reconoce que su propia
vida está marcada por la enfermedad del pecado, puede redescubrir, en el
encuentro con Jesús Salvador, la verdad y autenticidad de su existencia, según
sus mismas palabras: « No necesitan médico los que están sanos, sino los que
están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores » (Lc 5,
31-32).
En
cambio, quien cree que puede asegurar su vida mediante la acumulación de bienes
materiales, como el rico agricultor de la parábola evangélica, en realidad se
engaña. La vida se le está escapando, y muy pronto se verá privado de ella sin
haber logrado percibir su verdadero significado: « ¡Necio! Esta misma noche te
reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán? » (Lc 12,
20).
Intención/motivación
del día
El día de hoy y mañana estaremos
compartiéndoles unas reflexiones sobre la ideología de género del Cardenal
Sarah que nos parece importante difundir.
CARD.
SARAH: GÉNERO, CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD (I).
Fuente: La Nuova Bussola Quotidiana, 18-12-14.
Por Juan C. Sanahuja
“¡Promover
la diversidad de la ‘orientación sexual’ por África, Asia, Oceanía,
América del Sur significa llevar al mundo a una deriva total de decadencia
antropológica y moral. Vamos hacia la destrucción de la humanidad!”
El Cardenal Robert Sarah* hizo el prólogo al libro de Marguerite A.
Peeters, Il Gender, Una questione politica e culturale, publicado
recientemente en Italia.
Si el libro es importante, también lo son las palabras del Cardenal
Sarah, que con su claridad perforan el velo de ambigüedad y de hipocresía que
rodea a la “perspectiva de género” incluso, por desgracia, en sectores del
mundo católico. Por eso reproducimos algunos de sus párrafos.
Imponer
el género es un crimen contra la humanidad
Dice el cardenal: “(...) De acuerdo con la ideología de género, no hay
diferencia ontológica entre el hombre y la mujer. La identidad del hombre o
mujer no es inherente a la naturaleza, sólo se atribuiría a la cultura: sería
el resultado de una construcción social, un papel que los individuos
interpretan a través de tareas y funciones sociales. Según su teoría, el género
es performativo, y las diferencias entre los hombres y las mujeres
son las regulaciones opresivas, los estereotipos culturales y las
construcciones sociales, que se deben desconstruir para lograr
la igualdad entre hombres y mujeres.
En nombre de la libertad y la igualdad, las batallas ideológicas de
género obedecen a necesidades individualistas y subjetivistas que tienen como
objetivo organizar la sociedad sin tener en cuenta la diferencia sexual. Los
técnicos de esta teoría y el poderoso lobby, que están luchando a favor de una
falta de diferenciación de los sexos -que ellos llaman "la neutralidad
sexual"-, forman un fluido magmático en el que se mezclan cosas
confusamente abstractas y se pone en movimiento, como si se tratara de una
nueva utopía, la "liberación del deseo", portadora
falsamente de una felicidad universal. Trabajan para desmantelar lo que ellos
llaman el "sistema binario" hombre-mujer.
Como se puede ver, estamos ante una revolución que busca revocar el
orden de la creación del hombre y la mujer, como Dios manda desde el principio
en su designio de amor eterno. Llevada a cabo por parte de Occidente, esta
revolución se desarrolla en una ausencia sutil, casi total de debate público.
Las consecuencias son muy graves. No sólo se refieren a las ciencias médicas,
las humanidades y sociales: las consecuencias destructivas podrían llegar a ser
cada vez más evidentes en la vida concreta de la gente, de la persona y de la
sociedad, dondequiera que vivamos.
El género consolida hoy sus cimientos y gana más terreno. Una forma
diferente de considerar el matrimonio, la familia, el amor, la dignidad humana,
los derechos y la sexualidad desde una perspectiva esencialmente subjetivista,
están arraigados gradual y sólidamente en el Oeste, y tienden a expandirse en
el resto del mundo. La teoría de género salta a un nivel superior, decisivo,
convirtiéndose en la teoría queer.
Es decir, salta a un deseo generalizado de "desestabilización
de la identidad y de lo institucional" porque la teoría queer,
explica Marguerite A. Peeters, "no se detiene en la deconstrucción del
sujeto: afecta principalmente a la deconstrucción del orden social. [...] Se
trata de sembrar la duda sobre las tendencias de orden sexual, para introducir
la sospecha sobre las ‘restricciones de la heterosexualidad’, para cambiar la
cultura", para demoler las normas convencionales. (…)
Si los cambios subversivos promovidos por el género no dejan de
expandirse, nuestra civilización podría perder el sentido de lo que la humanidad
es, “no en beneficio de un mundo perfecto, sino en una caída hacia la
barbarie" y el totalitarismo.
Lo que hace que la batalla aún sea más ardua y difícil es que la
revolución cultural llega hoy, de manera significativa,para destruir el
vínculo vital que debe existir entre el derecho y la verdad, lo correcto, lo
bueno, lo justo, la centralidad de la persona humana en la sociedad. Los
derechos humanos están ahora sujetos al procedimiento y las interpretaciones de
los dictados del falso consenso. Una vez proclamadas, estas interpretaciones
podrán ser citadas para adoptar convenciones internacionales, que se convierten
en leyes, en los estados que son parte de esos tratados.
Son las reinterpretaciones decididas por presuntos consensos, por
ejemplo, el acceso universal a la anticoncepción debe ser la prioridad del
desarrollo; la maternidad es un estereotipo a desconstruir; cierta
manipulación genética justifica el sacrificio de embriones; el aborto y la
eutanasia debe ser liberalizados; las uniones homosexuales deben gozar de los
mismos derechos de matrimonio. Este mismo gobierno global ejerce una
fuerte presión sobre los estados para alinearlos con sus prioridades
ideológicas, locuras flagrantes y escandalosas, que hacen caso omiso del
bienestar de los países pobres y las culturas no occidentales.
Fuente: Noticias
Globales
ORACIÓN
POR LA VIDA
Oh María, aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso de niños
a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil
vivir,
de hombres y mujeres víctimas de
violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o de una
presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo
sepan anunciar
con firmeza y amor a los hombres de
nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como
don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con
solícita constancia,
para construir, junto con todos los
hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del
amor,
para alabanza y gloria de Dios
Creador
y amante de la vida.
Amén
Juan Pablo II
Encíclica: Evangelium Vitae sobre el
Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana
ORACIÓN
ECUMÉNICA
OH Señor, a Ti confiamos la causa de
la vida:
mira, Padre el número inmenso de
niños
a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil
vivir,
de hombres y mujeres víctimas de
violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o de una
presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo el
Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como
don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con
solícita constancia,
para construir, junto con todos los
hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del
amor,
para alabanza y gloria de tu Nombre.
Amén
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