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lunes, 22 de octubre de 2012

40d por la Vida 2012 II - 28


Cuarenta días por la Vida
26 de Setiembre al 4 de Noviembre 2012
Día 28 – 23/10/2012

Perú_Nancy Freundt - freundt_nancy@yahoo.es


“Me basta ver rezar a mi padre para comprender como oran los santos.”

SANTA TERESITA DE LISIEUX

Reflexión

Queremos acompañar a Cristo en su oración angustiada por nuestros pecados y los de todos nuestros hermanos que viven inmersos en la cultura de la muerte.

Oración del día

Oremos por todas las mujeres que están sufriendo el trauma del aborto en sus vidas. Para que encuentren el perdón y la paz.

Motivación del día

Remontémonos unos dos mil años atrás en el tiempo y detengamos nuestra mente en el preciso instante de la concepción de Nuestro Señor Jesucristo…aquel sublime instante de su encarnación, por obra y gracia del Espíritu Santo, en el purísimo vientre de Nuestra Madre Santísima -misterio insondable que marcó un hito en la historia de nuestra Redención.

Aquel prodigio obrado por Dios unos dos mil años atrás arroja luz sobre otro prodigio del poder de Dios y de su amor, la creación de todos y cada uno de los seres humanos, dotados de un alma inmortal y destinados a un mismo fin: conocer, amar y servir a Dios, para finalmente compartir su gloria por toda la eternidad.

Si todos los grupos que actúan en defensa de la vida y todos los pastores que cuidan con esmero las almas a ellos confiadas están de acuerdo en la absoluta sacralidad de toda vida desde el mismísimo instante de su concepción… ¿por qué entonces no desplegamos el mismo esfuerzo que ponemos en denunciar los abortos quirúrgicos en denunciar los abortos químicos? ¿Por qué luchamos contra la legalización del aborto quirúrgico y cerramos los ojos al hecho de que en la práctica el aborto químico ya ha sido legalizado y destruye la vida de muchos más seres humanos? ¿Cuál es la diferencia entre un hombre creado por Dios a su imagen y semejanza, poseedor de un alma inmortal, destinado a recibir de Dios un cuerpo glorificado que se unirá a aquella alma inmortal en aquel Día que habrá de llegar –el de la resurrección de la carne- por el hecho de tener un segundo, dos segundos, tres minutos, siete días o dos meses de concebido?  Ciertamente para Dios no existe diferencia alguna, pues Él ama a todos los seres humanos por igual desde el mismo instante en que los crea.
Si pudiésemos ver bajo los potentes lentes de los microscopios con que hoy cuenta la ciencia aquel prodigioso instante en que Jesús se hizo hombre por nosotros, aquel instante de su encarnación, con los ojos de la carne veríamos el mismo microscópico embrioncito que todos fuimos en el momento en que comenzó nuestra existencia.

Visualicemos aquel instante y luego tratemos de imaginar cuántos de estos embrioncitos han sido destruidos desde los años sesenta, cuando Satanás logró inspirar el invento más diabólico y más desafiante a la voluntad de Dios y su acción creadora, que habría de ser usado masivamente en sus diversas formas y acogido por el propio pueblo cristiano: la “anticoncepción”.

Sí, invento usado por el propio pueblo que dice amar a Dios y que asiste a la Santa Misa todos los días domingo.  Aquellos pastores que dicen cuidar de las almas pero que callan en todos los idiomas cuando se trata de condenar este silencioso filicidio que destruye tantas vidas creadas por Dios y pone en riesgo la salvación de las almas de tantas madres; que dan largas homilías todos los domingos del año, sin advertir ni una sola vez sobre este gravísimo pecado contra Dios que saben muy bien ha tomado posesión del rebaño a ellos encomendado.

Esto no habría de extrañarnos.   Hace  años un buen pastor, un heroico Papa,  nos escribió a todos  los fieles y al clero una carta advirtiéndonos de las trágicas consecuencias del uso de los “anticonceptivos” por los matrimonios católicos:  negación del gravísimo deber de transmitir la vida humana, separando dos aspectos inseparables, unión y procreación; infidelidad conyugal; pérdida del respeto a la mujer al extremo de considerarla como simple instrumento de placer; degradación general de la moralidad;  imposición de estos métodos por los gobiernos; etc.    Esta carta encíclica que habría de ser profética ­-la Humanae Vitae de Pablo VI- fue rechazada por gran parte de los fieles y hasta por una parte del propio clero, ciegos a lo que habría de venir, tan sabiamente vislumbrado por el sucesor de Pedro. 

Aún así, lejos estaban de imaginar que los avances de la ciencia –tan frecuentemente mal aplicada- llevaría a millares de ejecuciones de seres humanos a través de la manipulación genética, en particular los métodos de “fertilización asistida”; menos aún, a la larga lista de aberraciones morales que habrían de cometerse a través de esta manipulación.

El desconcertante silencio que desde los púlpitos siguió a través de los años y hasta el día de hoy tuvo como consecuencia que la mayoría de católicos dieran por sentado que la Iglesia daba su tácita aprobación al uso de estos fármacos y dispositivos letales.  Nada más fatal y equivocado.

Las consecuencias de desafiar la orden que Dios dio a la primera pareja que por amor creó y unió    -creced y multiplicaos- no pudieron ser más nefastas para la humanidad: un mundo enfrentado a Dios Padre y  que  –literal y silenciosamente-  se ahoga en verdaderos océanos de sangre de los seres más indefensos e inocentes.  Y es que la respuesta inspirada por la serpiente fue tajante: TU VOLUNTAD CREADORA NO ESTARÁ POR ENCIMA DE MI VOLUNTAD.  NO CONCEBIRÉ.  NO CREARÁS.  Y SI CREAS… YO DESTRUIRÉ. 

Pero el que queramos ignorar ahora las escalofriantes cifras de este holocausto no quiere decir que las habremos de ignorar siempre.  Llegará ese Día decretado por Dios desde toda la eternidad, el Día del Juicio Final, en que toda obra del mal será expuesta a la vista de todos.* Ese día lo sabremos.  Y todo el pueblo de Dios, todo cristiano bautizado, sabrá qué parte le correspondió jugar en este macabro holocausto de incontables millones de seres humanos muertos a través de la mal e irónicamente llamada “anticoncepción”:   si como esposas tomaron parte activa en la matanza tomando la “píldora de cada día”, usando parches, inyecciones o cualquier otro dispositivo subcutáneo o intrauterino, dando muerte a no sabemos cuántos hijos en sus primeros instantes o días de vida; si como hombres exigieron o no se opusieron a que sus esposas los usaran; si como médicos los prescribieron; si como autoridades, no hicieron lo necesario para impedir la matanza; si como sacerdotes, especialmente encargados del pastoreo de las almas, se callaron por ignorancia culpable o por temor al rechazo.  Cualquiera que sea el motivo, este estará frente al Tribunal de Dios y frente a toda la humanidad, desde Adán y Eva hasta el último de los hombres creados por Dios. 

Sí, este holocausto silencioso y silenciado por todos, pastores y rebaño, en una especie de complicidad tácita, verá la luz en aquel día tremendo del Juicio Universal.  Los millones de millones de víctimas ignoradas por todos, no serán ignorados por Dios y recibirán sus cuerpos glorificados.  En aquel momento, ya no podremos ignorar su existencia, pues los responsables de su muerte, directa o indirectamente, por acción u omisión, serán señalados.  Esa justicia de Dios nos está prometida.   Que no nos toque estar en el lado de los que ignoraron su existencia.

Por lo tanto, sin importar qué tan difícil o imposible se vea la lucha contra esta creación demoníaca que ha arraigado de tal manera en el pueblo cristiano, debemos intentarlo.  Esos esfuerzos no quedarán sin recompensa por parte de Dios y estarán a la vista de todos cuando llegue ese gran día.
  
* Cat. 1039  “Frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios (cf. Jn 12, 49). El Juicio final revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena.”

P.D.:  Únicamente si por serios motivos los cónyuges necesitan espaciar los nacimientos, es lícito para éstos recurrir a los períodos infecundos haciendo uso de los métodos naturales (Humanae Vitae 16) como el Método Billings, que tiene una altísima eficacia, con más de 98% de efectividad, mucho más que cualquier método artificial.   

ORACIÓN ECUMÉNICA

OH Señor, a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Padre el número inmenso de niños
a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de tu Nombre.
Amén

ORACIÓN POR LA VIDA

Oh María, aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso de niños
a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar
con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén

Juan Pablo II

Encíclica: Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana

Enlaces de interés:

Oraciones en otros idiomas (inglés, italiano, finlandés)

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