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lunes, 2 de enero de 2012

DIOS ES FAMILIA


Es el título de la revista Alfa y Omega del jueves 29 de diciembre. Juan Pablo II afirma claramente, en la encíclica Evangelium vitae, que la defensa de la vida y de la familia pertenece a la esencia del Evangelio, y esto lo han interiorizado plenamente muchos jóvenes.

La Fiesta de la Familia les brinda la posibilidad de dar testimonio, y de hacerlo de un modo muy concreto: "agradecer a sus padres que les hayan dado vida". Y en estos momentos sale de mi pobre corazón el impulso y la plegaria por todos aquellos niños que han visto interrumpidas sus vidas por sus padres, para ellos, en especial para sus padres, una petición de misericordia y de sabiduría que les haga darse cuenta que la vida sólo le pertenece a DIOS.

Dar la vida es propio de la esencia natural misma del matrimonio y de la familia. Fuera de esa circustancia y entorno, la vida corre peligro, no sólo para su propia existencia sino para su posterior desarrollo y educación. La vida necesita de una familia que la ampare, la cuide y le de lo necesario para que no se apague y sigan el desarrollo de su propia vida.

Sin embargo, hoy, la realidad histórica nos dice que esa vocación está muy truncada e impedida. Para poder vivirla a fondo y con plenitud, hay que acudir a la Gracia y al Amor de XTO. JESÚS. Uno se da cuenta de ello en una sociedad en la que la ruptura con el orden natural de las cosas, en el ámbito del matrimonio y la familia , ha llegado a estos limites que conocemos.

De ahí que los chavales digan: "Tenemos vida, hemos nacido. Cuantos millones de niños han dejado de nacer en estos mismos años. Si nuestras familias no hubierna sido cristianas, muchos no hubiéramos podido recibir el don de la vida". Y la vida es un don, aunque en este mundo sea también camino de maduración, de conquista o de progreso en la realización de uno mismo, y eso vaya acompañado de la realidad del dolor y del mal, pero también, por tanto, del amor de la cruz.

Pero la vida va a ser y es ya un don para la eternidad. Entre recibir el don de la vida y no recibirlo está el ser o la nada, aunque nosotros creemos también que la misericordia del SEÑOR alcanza a estos niños que no han podido nacer, y que, de algún modo han sufrido una profunda herida. Extraído de la Revista Alfa y Omega. Más información

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