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lunes, 8 de marzo de 2010

40 días por la Vida - Día 24

Cuarenta días por la Vida

13 de Febrero al 24 de Marzo 2010

Día 24, lunes, 8 de marzo de 2010

"La oración: es lo primero; y con la oración, el trabajo".

SAN JUAN BOSCO

Reflexión

Jesús no fue condenado por el poder de la gente malvada. Él fue condenado por el silencio de la gente buena. El silencio siempre ayuda al opresor, nunca a la víctima.

Intención del día

Oremos para que nosotros nunca guardemos silencio contra el aborto, sino que hablemos efectivamente para salvar a los niños de la muerte.

Motivación del día

Rene Ivan Romero eneivanr@yahoo.es

UNA REFLEXIÓN INPERDIBLE
EXTRACTADO DE UN HERMOSO LIBRO QUE HABLA DE JESÚS Y SU VIDA PÚBLICA

JESÚS: A la mañana siguiente, desperté temprano y deje a los demás para yo caminar solo. Mientras caminaba, hablaba a mi Padre de lo que tenía delante de Mí, de la fortaleza que necesitaba en ese momento. Vi a mi Madre, caminando entre la multitud a mi lado, mientras llevaba mi cruz. Vi el dolor que llevaba en su corazón al ver a su hijo tratado así. Vi la pena en su alma cuando me crucificaban, y vi la fortaleza de su amor cuando Yo moría.

Justo entonces escuché una voz:”ayúdame, ayúdame”. Venían de unos árboles que no estaban muy lejos. Me encaminé hacia ahí sabiendo lo que iba a pasar. Cuando me acerqué a los árboles, encontré a una joven mujer con un niño recién nacido en sus brazos. “Ayúdame, por favor”, dijo, con temor en su voz.

“No puedo dejar de sangrar. Por favor ayúdame”, gritó. Me arrodillé a su lado y le acaricié la cara. Se veía tan frágil por toda la sangre que había perdido”.
“Si muero cuida a mi bebe”, sollozó.

“Hija mía, te prometo que cuidaré de ambos”, dije, mientras que secaba el sudor de su cara. Sabía que no iba a vivir mucho tiempo, así que le pregunté: “¿Dónde está tu familia?”.

“Están en el pueblo, no lejos de aquí”, dijo, mientras que débilmente apuntaba en la dirección a donde mis discípulos se habían ido, el día anterior.

“¿Por qué estás tú aquí sola?”. Pregunté amablemente, mientras que acariciaba su pelo.

“Querían que matara a mi bebé, pero yo no acepté este pedido”, sollozo. “Es bello, ¿no es verdad?” dijo.

“¿Por qué te pedían que lo hicieras?”, cuestioné.

“Mi padre… mi padre es el padre del bebé”, dijo entre sollozos, así que pensaron que sería mejor que muriera el bebe antes que naciera, así que escapé”, dijo desafiante. “Es mi bebé, mi bebé… y nadie va a matarlo”. Yo vi en esta niña un amor por la vida que todos deberían tener, pero que muchos rechazan. “Tú cuidarás de él por mí, ¿lo harás?”, pregunto débilmente.

“Si, lo prometo”, dije, mientras la sostenía a ella y a su bebé en mis brazos. Los arrulle suavemente hacia atrás y hacia delante, mientras decía: “Ambos, ahora, están a salvo”. Después sentí a la madre dar su último suspiro. Me senté ahí, por un largo rato, abrazando a la madre y al niño, que ella no supo que había nacido muerto.

Lloré desde el fondo de mi Corazón al ver como la vida había llegado a ser tan poco importante para algunos. Sin embargo para otros, como para esta joven mujer, había sido tan valiosa como para dar la vida por ella. Mirando las caras de la madre y del hijo, dije: “Estuvieron unidos en la vida y ahora están unidos en la muerte, para vivir en el amor eternamente”.

Posteriormente junto a mis discípulos Juan y Santiago enterramos los cuerpos, mientras orábamos a mi Padre para que los cuidara. Regresamos al campamento, permanecimos en silencio hasta que Juan dijo: “¡Cómo puede una familia tratar a su hija así!”.

“Es porque la familia ha olvidado lo que es el amor”, dije, y después permanecimos en silencio pensando en lo que acababa de suceder.

Me senté por un largo rato, sintiendo el dolor y escuchando el llanto de todos los bebés que serían matados en el futuro, antes de nacer. Vi como la humanidad se cegaba a sí misma al pecado que permitía. Vi como Satanás reía y reía, mientras la humanidad destruía su propio futuro. Luego Santiago comenzó a cantar una canción de duelo que le pedía a Dios que protegiera a una familia que había muerto. Yo pensé no únicamente en la joven y en su hijo, sino también en sus padres, hermanos y hermanas, que habían permitido que el amor muriera en su familia.

Cuando Santiago termino de cantar, dije con el Corazón oprimido: “Es una vergüenza ver cómo la humanidad puede tratar a su propia carne y sangre. Algunas veces, un hijo puede no significar nada más que un inconveniente, o una cosa problemática de la que deberíamos deshacernos. Es una pena ver cómo la humanidad puede pecar tan jactanciosamente, pensando que no importa… pensando que les toca a ellos decidir quien vive y quien muere. Es una vergüenza que los débiles, los indefensos, a menudo sean tratados como si no tuvieran ningún valor. Cómo abraza la humanidad al pecado. Los pecados de la humanidad… tan jactanciosos, tan obvios. Pero tanto ahora, como fue en el pasado, y como será en el futuro, la humanidad ignora los pecados que comete”.

Oración para todos los días

ORACIÓN ECUMÉNICA

OH Señor,a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Padre el número inmenso de niños
a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de tu Nombre.
Amén

ORACIÓN POR LA VIDA

Oh María, aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira Madre el número inmenso de niños
a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar
con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén

Juan Pablo II
Encíclica: Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolablede la Vida Humana

Enlaces de interés:

Oraciones en otros idiomas (inglés, italiano, finlandés)

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