40 días por la vida
Segunda jornada 2014
24 de septiembre al 2 de noviembre
“…Los
responsables de la vida pública: Llamados a servir al hombre y al bien común,
tienen el deber de tomar decisiones valientes en favor de la vida,
especialmente en el campo de las disposiciones legislativas.”.
SAN JUAN PABLO II
Encíclica Evangelium vitae
Perú_Jorge Cordero - jcorderov@gmail.com
Reflexión
Sobre la personalidad de un “Defensor de la vida - III
Conferencia
de la doctora Jutta Burggraf, pronunciada el 6 de noviembre de 2009 en el IV
Congreso Internacional Provida, celebrado en Zaragoza (España) - 3
2. El valor de la amabilidad
Hay
dos formas de mostrar nuestra fuerza en una conversación: podemos empujar al
otro hacia abajo, o tirarle hacia arriba; podemos actuar de un modo destructivo
o de un modo constructivo.
Un
lenguaje ofensivo, unas palabras sarcásticas, cierta arrogancia, brusquedad,
prepotencia y reproches son ejemplos para una conversación destructiva;
producen resistencias y, en ocasiones, rebeliones abiertas.
No
hacen falta habilidades para pisar al otro. Cualquiera puede hacerlo. Se hiere,
a veces, todavía más con la frialdad que con el enfado. Pero el precio es alto.
Si discutimos, nos enfrentamos y contradecimos, creamos distancias. Si nos
dejamos llevar por la agitación interior, terminamos ofendiendo. Alguna vez,
podremos lograr algún triunfo. Pero será una victoria vacía. Una persona
forzada contra su voluntad no cambia de opinión. No sale del círculo vicioso en
el que se encuentra y, con frecuencia, tiende a sabotear los esfuerzos de quien
la frustra.
Es
verdad, la coacción puede evitar, en ocasiones, un mal. Puede evitar, por
ejemplo, la muerte de inocentes. Pero no es un medio adecuado para conducir a
una persona hacia el bien. Un cambio violento, normalmente, no es profundo ni
duradero. No se puede forzar a nadie a ser bueno.
Los chinos dicen: “Quien pisa
con suavidad, va lejos”. Lo mismo expresa la famosa fábula del sol y del
viento. Ambos discutieron acerca de cuál era más fuerte, y el viento dijo:
“¿Ves aquel chico envuelto en una capa? Te apuesto a que le haré quitar la capa
más rápido que tú”. Comenzó a soplar, con una fuerza enorme, hasta ser casi un
ciclón. Pero cuanto más soplaba, tanto más el chico se envolvía en su capa. Por
fin, el viento se calmó y se declaró vencido. Entonces salió el sol y sonrió
benignamente sobre el chico. No pasó mucho tiempo hasta que éste, acalorado, se
quitó la capa.
Realmente,
la suavidad es más poderosa que la furia. Sólo a través del corazón podemos
llegar a la razón de otra persona. Si ella nos rechaza, no podemos hacer nada.
Pero si nota que la queremos de verdad, que es especial e importante para
nosotros, y que deseamos que sea plenamente feliz, entonces se abre la
posibilidad de una relación amistosa, en la que —como ya hemos visto— cada uno
escucha al otro y cada uno aprende del otro.
La
amistad surge y se acrecienta cuando rompemos las imágenes que nos hemos hecho
de otra persona. Es una experiencia muy íntima, que necesita tiempo, calma y
mucha sensibilidad. El que ama, da algo de sí mismo, de su propia vida, de lo
que está vivo en él. Comparte sus alegrías y sus penas, sus ilusiones y
desilusiones, sus experiencias y proyectos, sus reflexiones y, no en último
lugar, la verdad que ha encontrado; en una palabra: se da a sí mismo. En este
ambiente no es difícil hablar de todo, también de las propias faltas, aunque
sean muy graves.
3. Transmitir la verdad
Para
elevar al otro hacia una comunicación constructiva, conviene que profundicemos
en la relación positiva que ya existe entre nosotros. Es importante ver lo
bueno en el otro, porque todos tendemos a comportarnos según las expectativas
de los demás. En este sentido, aconseja la sabiduría popular: “Si quieres que
los otros sean buenos, trátales como si ya lo fuesen”.
Tendríamos
que hablar siempre con un sello personal. Cuando los otros escuchan frases
trilladas, hay quien deja de escuchar. No deberíamos olvidar que las palabras
—y hasta los mejores ejemplos— se desgastan con el uso excesivo. Dado que los
argumentos a favor de la vida se utilizan con frecuencia y en tantos contextos,
puede ser que dejen de causar impresión. Necesitamos una fidelidad creativa a
principios comunes.
Quien
quiere al otro de verdad, no palia ni encubre el mal que éste haya hecho.
Intentará transmitir las exigencias éticas con toda claridad, adaptadas a las circunstancias
de cada caso. No buscará compromisos falsos, porque sabe que ellos no pueden
llevar a nadie a una paz estable. “No es honesto eludir principios éticos
elementales —afirman Natalia Horstmann y Enrique Sueiro—. Hay cosas buenas y
cosas malas, y su bondad o maldad es independiente de consensos.
El
tabaco no mata porque lo diga la cajetilla…; ni la violencia machista es
aberrante porque la condene el Gobierno. Son realidades dañinas en sí mismas,
lo diga quien lo diga o aunque no lo diga nadie”.
El
otro tiene derecho a conocer toda la verdad, aun allí donde a primera vista
puede resultarle amarga. Por esto, tenemos la obligación grave de hacerle
partícipe de la luz que tenemos, probablemente por la generosidad de otros.
Asimismo,
para ganar en sinceridad en cualquier relación humana, es conveniente y
necesario dar a conocer la propia identidad. El otro quiere saber quién soy yo,
tal como yo quiero saber quién es él. Si reprimimos las diferencias y nos
acostumbramos a callarlo todo, tal vez podamos gozar durante algún tiempo de
una armonía aparente. Pero en el fondo, no nos aceptaríamos mutuamente tal como
somos en realidad, y nuestra relación se tornaría cada vez más superficial, más
decepcionante, hasta que, antes o después, se rompería.
Si
creamos un ambiente de confusión, no ayudamos a nadie. Por esto es preciso
exponer la verdad tan clara e íntegramente como sea posible. Cuando actuamos de
esta manera, no obstaculizamos la amistad sino, muy al contrario, la
fomentamos, si guardamos la delicadeza y el respeto. “No aceptéis como verdad
nada que carezca de amor. Y no aceptéis como amor nada que carezca de verdad.
El uno sin lo otro se convierte en una mentira destructora”. Estas palabras,
inspiradas en la filósofa Edith Stein, me parecen especialmente aptas para la
defensa de la vida. Toda verdad mezclada con veneno se vuelve, sin más, falsa.
4. Ayudar a salir de las dificultades
Según
Sócrates, no conviene enseñar nada a nadie. El gran maestro conducía a sus
contemporáneos sabiamente a verdades que ellos mismos encontraban. Su método
refleja un conocimiento hondo del corazón humano. Muchas veces, realmente,
estamos más convencidos de las verdades que hemos descubierto por cuenta
propia, que de aquellas que otros nos sirven en bandeja de plata.
En
la psicología se habla —análogamente— de la “intención robada”: si quiero hacer
algo —incluso con mucho afán—, y otra persona me dice que debo hacer justamente
esto, puede ser que disminuyan mis ganas. Me siento un mandado, no el
protagonista de la obra. A nadie le agrada recibir órdenes sobre cosas que ha
decidido hacer.
Así,
conviene apelar a los motivos más nobles del otro y ayudarle a que él mismo
quiera realizar el bien o arrepentirse del mal. Él mismo puede y debe decidirse
a salir del pozo en el que ha caído. En la proximidad de un amigo, esto es
posible. Junto al amigo, una persona puede entrar en relación con su auténtico
yo; puede percibir lo sincero y lo verdadero en su propio corazón. Puede
sentirse como envuelto en el aire de la montaña, gracias al cual puede respirar
de forma diferente a como lo hace normalmente; y ese aire le lleva a entrar en
contacto con lo más sublime y elevado que hay en él.
Nuestra
tarea consiste, sobre todo, en poner al otro en relación con sus sentimientos
más íntimos y auténticos, y en incitarle a expresar los silenciosos impulsos de
su corazón. Podemos asegurarle nuestra cercanía, echarle una mano y transmitir
la creencia firme de que el camino hacia la salvación es viable.
Un
buen amigo da ánimo, luz y esperanza, aunque la noche sea oscura. Ayuda al otro
a salir de una depresión, después de una gran caída. Le da valor para
levantarse, y fuerza para asumir la propia culpa —con todas sus consecuencias—.
Y, no en último lugar, le despierta la ilusión de decidirse, nuevamente, por la
vida. Un proverbio japonés afirma: “Con un amigo a mi lado no hay ningún camino
que sea demasiado largo”.
NOTA FINAL
El
amor a la vida se expresa, muchas veces, en la valentía, en la fortaleza y en
la justicia. Y se muestra, al mismo tiempo, en la humildad, en la escucha y en
la compasión. Siempre defiende la verdad y, en el mejor de los casos, llega a
construir una auténtica amistad.
Queremos
dar la vida a todos, tanto a los que están en peligro material de perderla,
como a los que están en peligro espiritual de robarla. Todos necesitan nuestra
solicitud, y no debemos olvidar que aquel que hace el mal se daña aún más que
aquel que lo sufre.
Por
esto, hemos puesto nuestra mirada en las víctimas quizá todavía más destrozadas
que los niños que no nacerán, o los ancianos que mueren antes de tiempo.
Queremos dar vida también a los responsables del aborto y de la eutanasia.
Queremos ofrecerles nuestra ayuda para salir de su error y revisar sus
actitudes. Con ello, tenemos muy claro que “la verdad no se impone sino por la
fuerza de la misma verdad”.
Si
un “defensor” se acostumbra a descubrir el núcleo bueno de todos los hombres, y
a realizar un encuentro con quien ha actuado mal, entonces aumentará incluso su
propia vida. En el trato sincero con los demás crece su vitalidad. Se le
ocurren más ideas, relucen más valores. El “defensor” se hace, sobre todo, cada
vez más capaz de amar, más apto para orientar. Adquirirá, en medio de un mundo
caótico, sabiduría para comprender, paciencia para luchar, y una alegría
inexpresable, que es fruto del empeño de conducir a otros desde la oscuridad a
la luz. Su estilo de vida se resume en el famoso lema de Antonio Machado:
“Pensar alto, sentir hondo, hablar claro”.
Motivación del día
Hace poco he estado en dos
parroquias de Lima: San Leopoldo, y San Martín de Porras, y pude ser testigo
una vez más de la sed de verdad que tienen los jóvenes. A veces olvidamos que
el joven es inconformista, contestatario y rebelde ante las injusticias, y
cuando se dan cuenta que el mundo les está engañando reacciona. Durante estas
charlas hablamos de castidad y familia, y vimos como se distorsiona la
sexualidad y se amenaza a la familia. Nosotros les hablamos de esto, y ellos
respondieron con su compromiso, convicción y ganas de servir en favor de la
verdad, la vida y la familia.
Oración del día
Oremos por los jóvenes, para que
se den cuenta que el mundo los manipula a través de una visión muy facilista de
la vida, para que reaccionen participando activamente en favor de la familia y
de la vida humana.
ORACIÓN POR LA VIDA
Oh María, aurora del
mundo nuevo,
Madre de los
vivientes,
a Ti confiamos la
causa de la vida:
mira Madre el número
inmenso de niños
a quienes se impide
nacer,
de pobres a quienes
se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres
víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y
enfermos muertos
a causa de la
indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen
en tu hijo sepan anunciar
con firmeza y amor a
los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la
vida.
Alcánzales la gracia
de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de
celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de
testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto
con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la
verdad y del amor,
para alabanza y
gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén
Juan Pablo II
Encíclica: Evangelium Vitae
sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana
ORACIÓN ECUMÉNICA
OH Señor, a Ti
confiamos la causa de la vida:
mira, Padre el número
inmenso de niños
a quienes se impide
nacer,
de pobres a quienes
se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres
víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y
enfermos muertos
a causa de la
indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen
en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de
nuestro tiempo el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia
de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de
celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de
testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto
con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la
verdad y del amor,
para alabanza y
gloria de tu Nombre.
Amén
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