Cuarenta días por la Vida
26 de Setiembre al 4 de Noviembre 2012
Día 25 – 20/10/2012
“Los responsables públicos, en cuanto garantes de los
derechos de todos, tienen la obligación de defender la vida, en particular la
de los más débiles e indefensos”.
JUAN PABLO II
Reflexión
María sintió confusión por el saludo del Ángel, sin embargo, se regocijó
por cumplir la Voluntad de Dios.
Oración del día
Oremos para que el Espíritu Santo enseñe a todas las personas que desde el
momento de la concepción existe en el seno materno un ser humano con vida..
Motivación del día
Uno de los objetivos de la cultura de la muerte consiste en
destruir la familia, a fin de trabajar fácilmente en una sociedad sin valores.
En este sentido, les comparto una reflexión, con la intención de colaborar en
la construcción de cada hogar:
LaS METAS de UNa familia cristiana
Beato Juan Pablo II
Como Iglesia doméstica, uno de los objetivos más trascendentes de la
familia cristiana es el de defender, revelar y transmitir el amor de Dios hacia
la humanidad. En primer lugar, entre los cónyuges, para que luego se transmita
a los hijos y de ahí a la sociedad, más aun en estos tiempos de globalización.
Con este criterio, se pueden trazar cuatro metas que nos permitirán orientarnos
a alcanzar este objetivo:
- Formar una
comunidad.
- Participar
en el amor de Dios, ser copartícipes de su Creación; y educar a los hijos,
don de Dios.
- Participar
en la formación de la sociedad.
- Participar
en la misión de la Iglesia.
A través de estas metas la familia cristiana realiza su misión y su
vocación. A continuación se detallan las tareas y actividades necesarias para
lograr estas metas:
Formar una comunidad:
Hemos partido desde el principio que uno de los
grandes objetivos de la familia es el de defender, revelar y transmitir el amor
de Dios; consiguientemente el motor, es decir la fuerza para la construcción de
esta comunidad de personas precisamente es el amor.
El amor va generando ese ambiente de comunión y de
libertad en el cual se desarrolla la personalidad de toda la familia, es decir:
primero entre esposos, luego entre padres e hijos y demás familiares.
Cabe recalcar entonces, que la primera comunión que se
establece es la de los cónyuges, quienes implantan sus raíces en la
complementariedad natural que existe entre el hombre y la mujer, motivados a
compartir lo que tienen y por encima de todo lo que son. Esta comunión se
distingue por su unidad y ser indisoluble.
Participar en el amor de Dios, ser copartícipes
de su Creación; y educar a los hijos, don de Dios:
La fecundidad es una dimensión humana, propia de su
amor. Dimensión que debemos identificar y meditar como criaturas ante nuestro
Padre Creador.
La familia tiene la misión de estar a favor de la vida
frente a la existencia de una creciente mentalidad contra la vida, propiciada
por un fuerte poder económico a través de los medios de comunicación social.
El numeral 3 de la Declaración Gravissimum educationis
del Concilio Vaticano II, sobre la Educación Cristiana nos dice lo siguiente:
" Puesto que los padres han dado la vida a los hijos,
están gravemente obligados a la educación de la prole y, por tanto, ellos son
los primeros y principales educadores. Este deber de la educación familiar es
de tanta trascendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse. Es,
pues, obligación de los padres formar un ambiente familiar animado por el amor,
por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación
íntegra personal y social de los hijos".
Participar en la formación de la sociedad:
La familia es la célula básica y fundamental de la
sociedad, por lo tanto sería una tragedia que ésta se convierta en una isla sin
proyección a su entorno. El individualismo y la ausencia de interés por la
sociedad constituyen riesgos que podrían destruir a la misma familia.
El amor de la familia ha de volcarse a la sociedad.
Sobre todo en el caso de las familias cristianas, las cuales deben aportar lo
mejor de si para que luego sus miembros se inserten e intervengan en las
decisiones políticas, a fin de encaminarlas a favor de un modelo de sociedad
menos violenta, más humana, honesta, justa y auténtica.
No olvidemos que el futuro de la humanidad, del mundo
y de la Iglesia se fragua en la familia.
Participar en la misión de la Iglesia:
Las familias cristianas contribuyen en la construcción del Reino de Dios acá en la tierra, a través de su participación en la vida, así como en la misión de la Iglesia. Existe una gran relación entre la familia y la Iglesia: Cada familia cristiana es como una "Iglesia en miniatura", "Iglesia en esencia", "Iglesia doméstica".
La familia cristiana recibe a Cristo, y como don de
Cristo: el amor, y está llamada a transmitir a Cristo y su don de amor que
salva a los hombres.
Recuerda que Cristo pasa de ti a los demás: a través
de una sonrisa, un “buenos días mamá” “hola papá”, “¿Cómo te ha ido hoy hijo(a)?”,
una llamada telefónica, un periódico compartido, nuestra comunicación durante
la cena, la forma como trato a mi cónyuge, a mi papá, a mi mamá o a mis
hermanos. Podemos transmitirlo en su total dimensión, o podemos transmitirlo
deformado con nuestro mal trato.
La evangelización en el futuro depende en gran parte
de nuestra “Iglesia doméstica”.
ORACIÓN ECUMÉNICA
OH
Señor, a Ti confiamos la causa de la vida:
mira,
Padre el número inmenso de niños
a
quienes se impide nacer,
de
pobres a quienes se hace difícil vivir,
de
hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de
ancianos y enfermos muertos
a
causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz
que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a los
hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.
Alcánzales
la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la
alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la
valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para
construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la
civilización de la verdad y del amor,
para
alabanza y gloria de tu Nombre.
Amén
ORACIÓN POR LA VIDA
Oh
María, aurora del mundo nuevo,
Madre
de los vivientes,
a Ti
confiamos la causa de la vida:
mira
Madre el número inmenso de niños
a
quienes se impide nacer,
de
pobres a quienes se hace difícil vivir,
de
hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de
ancianos y enfermos muertos
a
causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz
que quienes creen en tu hijo sepan anunciar
con
firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo
el
Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la
alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la
valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para
construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la
civilización de la verdad y del amor,
para
alabanza y gloria de Dios Creador
y
amante de la vida.
Amén
Juan
Pablo II
Encíclica:
Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana
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