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domingo, 6 de marzo de 2011

Cuarenta Días por la Vida 2011_1_22

Cuarenta días por la Vida
13 de Febrero al 24 de Marzo 2011
Día 22

Domingo, 6 de marzo de 2011

"El mundo sufre porque no hay tiempo para los hijos, no hay tiempo para los esposos, no hay tiempo para disfrutar la compañía de otros."

BEATA MADRE TERESA DE CALCUTA

Reflexión


Si no fuese un activista provida, no sería capaz de aguantarme la mirada en el espejo por las mañanas. Esta es la necesidad social más importante a la que uno puede entregarse hoy en día.

Oración del día


Oremos por todos los hombres y mujeres heridos por los pecados cometidos contra la justicia, la familia y la vida para que la luz del sacramento de la Reconciliación traiga la paz a sus corazones.

Motivación del día

El amor, secreto de la cultura de la vida
Padre Fernando Pascual L.C.
La cultura de la muerte continúa sus campañas contra la vida. No contra la vida en abstracto, sino contra vidas concretas. Hoy promueven un escándalo en los medios de comunicación social porque una niña ha quedado embarazada y “hay que obligarla” a abortar a cualquier precio. Mañana gritan, en un congreso de mujeres, que hay que promover la libertad sexual, el acceso a los medios anticonceptivos y el aborto seguro y gratuito. Pasado mañana lanzan un ataque feroz contra la Iglesia católica y otros grupos cristianos que se oponen al aborto, y los ridiculizan como enemigos de las mujeres y del progreso. En los países más desarrollados promueven la eutanasia a través de casos dramáticos usados hábilmente por algunos grupos de presión.

       Estamos ante una campaña organizada, profunda, con medios extraordinarios, con grandes cantidades de dinero y una enorme atención por parte de algunos medios de comunicación (prensa, televisión, radio, internet).
       ¿De dónde viene ese deseo de promover un sexo sin responsabilidad, el proyecto de asesinar a los hijos no nacidos, de destruir y matar a los más débiles? No es fácil penetrar en la psicología de quien defiende el aborto o la eutanasia. El camino por el cual un hombre o una mujer llegan a defender la cultura de la muerte es complejo, y muchas veces un juicio apresurado puede ser injusto o incompleto.

       Lo que sí resulta claro es que el camino opuesto, la cultura de la vida, nace del amor, de la donación, del respeto, de la responsabilidad, de la justicia. Cuando un corazón se arrodilla y pide perdón a Dios por un sentimiento de odio o de rencor. Cuando una adolescente violada o engañada acoge con amor al hijo inocente que crece en sus entrañas. Cuando una familia se ofrece a adoptar a un hijo no querido para que otros no lo maten. Cuando un médico que ha practicado miles de abortos reconoce públicamente su error y empieza a defender la vida... Todos estos gestos son posibles desde el amor; nacen, en el fondo, del Dios que es amante de la vida (Sab 11,26).

       En la lucha contra el aborto los argumentos son importantes, pero no bastan. Una ecografía (ver al bebé pequeño, escuchar los latidos de su corazón) no consigue, a veces, detener un aborto. La fotografía del rostro sonriente de un niño down no impedirá, en ocasiones, que unos esposos cometan el aborto de su propio hijo que vive en esa condición diferente. Se trata, sin embargo, de una vida humana, siempre digna, siempre llena de posibilidades y esperanzas, de dolores y de penas, como cualquier otra existencia en nuestro planeta.

       Cuando se asiste a los debates sobre el aborto a veces se nota como si dos muros separasen a los contendientes. La tensión se enciende, a veces saltan palabras duras. Nace un sentimiento de rabia ante la incapacidad de los otros de abrirse a la verdad del amor. Todo termina, muchas veces, con el desprecio de los abortistas hacia los pro-vida, y con el dolor y la pena de los pro-vida ante la dureza y la habilidad (llena de sofismas) de los “pro-choice”.

       Los que promueven la vida saben que el amor puede abrir grietas profundas en las filas de los abortistas. Quizá se pueda conseguir más con una oración, un gesto de afecto, un perdón profundo, que con un discurso sobre el estatuto del embrión humano. Desde luego, no hay que dejar de lado los argumentos, pero el corazón tiene mecanismos profundos que necesitan un tipo de trato diferente.

       La estrategia de la vida nace del amor. Un amor que debe incluir a esehermano que ve el aborto como algo bueno, a esa madre que no tiene el valor de amar al hijo, a aquel médico que ha cerrado su conciencia y no quiere ver lo que hace en el quirófano en cada “interrupción del embarazo” (una fórmula inventada para ocultar la realidad de su gesto homicida).

       Cristo nos invita a vencer el odio con el amor, a perdonar, a acoger, a rescatar. En cada aborto no es dañad sólo la vida de un embrión o un feto. Es dañada, sobre todo, la conciencia de quien aborta, de quien cede al miedo, a la cobardía, al odio o al egoísmo. Es dañado ese corazón que se hace pequeño porque no ama, pero que no se resigna, que no quiere vivir esclavo de sus males, verdugo de su hijo y de sí mismo.

       La mirada de Cristo puede convertir a un ladrón en un santo, a un fariseo en un apóstol, a un abortista en un promotor de la vida. Esa mirada debe reflejarse, hoy como siempre, en el rostro de todos los cristianos que defendemos la vida. Entonces la derrota del abortismo mundial no será derrota, sino victoria: unos corazones errantes, pobres, amargados, comprenderán lo grande que es amar. Trabajarán para que otros muchos, también los no nacidos, puedan vivir y morir en un mundo que camina, día tras día, al encuentro del Dios bueno.

Padre Fernando Pascual, L.C.
Fuente: Church Forum  -  www.churchforum.org.mx


ORACIÓN ECUMÉNICA

OH Señor, a Ti confiamos la causa de la vida:

mira, Padre el número inmenso de niños

a quienes se impide nacer,

de pobres a quienes se hace difícil vivir,

de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,

de ancianos y enfermos muertos

a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor

a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.

Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,

la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia

y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,

para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,

la civilización de la verdad y del amor,

para alabanza y gloria de tu Nombre.

Amén


ORACIÓN POR LA VIDA

Oh María, aurora del mundo nuevo,

Madre de los vivientes,

a Ti confiamos la causa de la vida:

mira Madre el número inmenso de niños

a quienes se impide nacer,

de pobres a quienes se hace difícil vivir,

de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,

de ancianos y enfermos muertos

a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu hijo sepan anunciar

con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo

el Evangelio de la vida.

Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,

la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia

y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia,

para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,

la civilización de la verdad y del amor,

para alabanza y gloria de Dios Creador

y amante de la vida.

Amén

Juan Pablo II

Encíclica: Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana


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