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Del Evangelio según Lucas 7,11-17. A continuación se fue a una ciudad ...
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Por
eso, a pesar de que la muerte camina y está al acecho, la vida sale al
encuentro para proclamar que la victoria es segura. Así lo proclamó
Jesús en el encuentro con la viuda de Naím, y así lo proclama en cada
momento que nos abrimos a la vida desde el seno materno de una madre,
hasta el sacrificio en la hora de la muerte compartida en nuestra propia
cruz en Jesús de Nazaret.
Aceptar
la muerte es aceptar la derrota de la vida y el sin sentido de un mundo
disparatado y caótico. Aceptar la muerte es hundirse en el propio
egoísmo de la esclavitud y sometimiento a todas las pasiones y apegos
que te animalizan y despersonalizan tu dignidad de persona racional.
Estamos
hechos para vivir, pero una Vida de gozo, de felicidad y amor. Una Vida
que clama al Cielo y que grita desesperadamente ¡Abad!, ¡Padre!, en tus
Manos pongo todas mis esperanzas y ansías de felicidad. Amén.
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