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de Febrero al 24 de Marzo 2014
Día 26 – 10/3/2014
Chile_Gabriel Gonzalez Villegas - gabrielgonzalez.villegas@gmail.com
“El
modelo perfecto de esta espiritualidad apostólica es la Santísima Virgen Maria,
Reina
de los Apóstoles, la cual, mientras vivió en este mundo una vida igual a la de
los
demás,
llena de preocupaciones familiares y de trabajos, estaba constantemente unida
con su
Hijo y cooperó de modo singularisimo a la obra del Salvador”
CONC. VAT. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4.
Reflexión
Cristo ha vencido a la muerte,
triunfando sobre ella..
Pidamos por todos los hombres que
yacen inmersos en la cultura de la muerte
para que encuentre la luz de la
vida.
Oración del día
Oremos para que los abortistas se arrepientan
por asesinar a los niños.
Motivación del día
“Antes que nada, quisiera indicar que me tomado la
libertad de tomar estas líneas de Reflexión que son del Padre
Nicolás Schwizer, del movimiento de Schönstatt.”
Hombres y mujeres distintos
Si miramos el mundo de hoy, hemos
de preguntarnos: ¿Por qué los cristianos, en más de 2000 años, hemos cambiado
tan poco el mundo? ¿Por qué se ha perdido aquel espíritu de conquista, de los
apóstoles y primeros cristianos? ¿No será porque se ha vivido el cristianismo
de una manera egoísta e individualista? Algo de eso pasa también con algunos
santuarios cristianos: se convierten en lugares de refugio, donde la gente solo
gira en torno a sus propios problemas, donde se esconde de las exigencias del
mundo y de la vida.
Nuestros templos no son un
refugio, sino un lugar desde el cual Dios y María nos envían. Nos envían a
renovar nuestra cultura y sociedad actuales, a cambiar la historia de la
Iglesia y del mundo.
Ahora, ¿cómo podemos nosotros
colaborar con esta gracia? ¿Cómo podemos aportar a la transformación del mundo?
Creo que debemos empezar por transformar nuestro pequeño mundo personal:
nuestro hogar, el entorno familiar, el ambiente de trabajo, vecinos, amigos,
grupo, etc.
Por lo general no se tratará de
hacer cosas extraordinarias, sino de cumplir bien y con amor nuestros deberes
de cada día. Y ver estos deberes diarios, por monótonos o pesados que sean, a
la luz y al servicio de la gran misión. Porque son el aporte que en ese momento
Dios nos pide, para construir un mundo nuevo.
Podemos también salir de nuestro
pequeño mundo y ayudar a cambiar el mundo grande de nuestra patria: p.ej. la
política, la cultura, los medios de comunicación, la sociedad. Nos esperan
muchas y grandes tareas.
Ahora, para poder ser
colaboradores aptos de Dios y de la Virgen en la transformación de nuestro
mundo:
1. Debemos ser hombres y mujeres filiales. El hijo dice siempre sí a
la voluntad del Padre. El hijo lucha por un mundo digno del Padre, donde reinan
la fraternidad, la justicia, la paz. Y esa apertura y disponibilidad filial
ante Dios es la que permite abrir caminos hacia un mundo nuevo. Porque es la
actitud que deja lugar a la actividad paternal de Dios en la historia, tal como
lo hizo Cristo.
Se trata aquí de una filialidad
madura, propia de un hijo adulto del Padre y corresponsable de su obra. Es el
hombre que enfrenta la historia confiado en el Padre y que, por eso, es audaz y
creador. Recordemos que la grandeza o la miseria de nuestra vida no se mide por
nuestras capacidades ni por nuestros límites, sino por la magnitud de la obra a
la que nos consagramos: “Un héroe es quien consagra su vida a lo grande”, solía
decirnos el Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt.
2. Debemos ser hombres y mujeres distintos. Creo que todos nos damos
cuenta de que esta misión de transformar el mundo y crear un mundo nuevo, nos
convierte en hombres distintos, en hombres y mujeres que viven de manera
distinta de los demás. Tenemos que actuar de forma diferente en el matrimonio,
en la vida familiar, en los negocios y la empresa, en la política, en la
relación con los hombres. En todo eso tenemos que distinguirnos de la sociedad
actual con sus valores.
También los primeros cristianos
tuvieron la audacia de ser distintos. Y por eso crearon un mundo nuevo; un
mundo impregnado por los valores cristianos. Ser diferentes significa, muchas
veces, pasar por locos, lo mismo que los primeros cristianos pasaron por locos.
Significa también luchar contra el
pecado en todas sus formas, empezando por uno mismo, pero también luchar contra
muchas situaciones de pecado en el mundo que nos rodea. Es por eso que ya los
antiguos cristianos decían: “no sin sangre”. El Reino de Dios no avanza sin
sangre, sin sacrificio, sin dolor, sin lucha. El mundo no se transforma sin
sangre. Por eso, tenemos que arriesgarnos a ser distintos, a pasar por locos, a
luchar contra el mal en nosotros mismos ‑ y así vivir anticipadamente el mundo
de mañana.
ORACIÓN ECUMÉNICA
OH
Señor, a Ti confiamos la causa de la vida:
mira,
Padre el número inmenso de niños
a
quienes se impide nacer,
de
pobres a quienes se hace difícil vivir,
de
hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de
ancianos y enfermos muertos
a
causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz
que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a
los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.
Alcánzales
la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la
alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía
de testimoniarlo con solícita constancia,
para
construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la
civilización de la verdad y del amor,
para
alabanza y gloria de tu Nombre.
Amén
ORACIÓN POR LA
VIDA
Oh María, aurora
del mundo nuevo,
Madre de los
vivientes,
a Ti confiamos
la causa de la vida:
mira Madre el
número inmenso de niños
a quienes se
impide nacer,
de pobres a
quienes se hace difícil vivir,
de hombres y
mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y
enfermos muertos
a causa de la
indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes
creen en tu hijo sepan anunciar
con firmeza y
amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de
la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de
celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de
testimoniarlo con solícita constancia,
para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización
de la verdad y del amor,
para alabanza y
gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén
Juan Pablo II
Encíclica:
Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana
Enlaces de interés:
¿Para qué el ayuno?
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