«No
somos fruto de la causalidad o irracionalidad, sino que en el origen de nuestra
existencia hay un proyecto de amor de Dios.»
Benedicto XVI
Reflexión 24/9/2015
EEUU_Lili Cote de Bejarano - lili.cote@gmail.com
Estimados amigos en Cristo:
Uno de los deseos más profundos
del corazón humano es descubrir nuestra identidad. A menudo, como sociedad y
como individuos, nos identificamos según lo que hacemos. Basamos nuestro valor
en lo productivos que somos en el trabajo o en la casa, y determinamos que
nuestra vida es mejor o peor en base al grado de independencia o placer. Quizás
incluso comencemos a pensar que si nuestra vida, o la de los demás, no
"alcanza" ciertas expectativas es menos valiosa o menos digna de ser
vivida.
El Mes Respetemos la Vida es un
buen momento para reflexionar sobre la verdad de quiénes somos.
Nuestro valor no se basa en
nuestras destrezas ni en nuestro nivel de productividad. Más bien, descubrimos
nuestro valor cuando descubrimos nuestra verdadera identidad: el hecho permanente
e inmutable de que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y se nos
llamó a compartir un destino eterno junto a él.
Debido a esto, absolutamente nada
puede disminuir la dignidad que Dios nos dio y, por lo tanto, nada puede
disminuir el incalculable valor de nuestra vida. Otros quizás no respeten dicha
dignidad, y quizás incluso intenten socavarla, pero al hacerlo se distancian
del tierno abrazo de Dios. La dignidad humana es para siempre.
Ya sea que la vida dure un breve
momento o cien años, la vida es sin duda un regalo perfecto. A cada paso y en
cada situación, existimos gracias al amor de Dios.
Un hombre mayor cuya salud se
deteriora rápidamente; una niña en el vientre de su madre con un diagnóstico
que indica que quizás no viva mucho; un pequeño con síndrome de Down; una madre
que enfrenta un cáncer terminal; quizás tengan muchos problemas y necesiten
nuestra ayuda pero cada una de esas vidas merece vivir.
Cuando veamos sufrir a los demás,
acerquémonos para abrazarlos con amor y permitir que Dios obre a través de
nosotros. Esto tal vez implique hacer una pausa para escuchar; o tal vez
ofrecer servicios de relevo o preparar comidas para una familia que enfrenta
una enfermedad grave. Tal vez implique simplemente estar presente y disponible.
Y, por supuesto, siempre implica rezar, presentar sus necesidades ante el Padre
y rogarle que obre en sus vidas.
Sufrir, o ver a otra persona
sufrir, es una de las experiencias más difíciles. El miedo a lo desconocido
puede tentarnos a tomar el control de maneras que ofenden nuestra dignidad y
pasan por alto el respeto que cada persona merece.
Pero no estamos solos. Cristo
sufrió más de lo que podemos imaginar y nuestro sufrimiento puede ser
significativo cuando lo unimos al suyo. En especial cuando atravesamos
situaciones difíciles, se nos invita a aferrarnos a la esperanza de la
Resurrección. Dios está con nosotros a cada paso del camino, concediéndonos la
gracia que necesitamos.
En momentos de sufrimiento,
tengamos la valentía de aceptar la ayuda que los demás sinceramente quieren
darnos y de ofrecer la ayuda que los demás necesitan. Fuimos hechos para amar y
ser amados; debemos depender de los demás y servir al prójimo con humildad,
caminando juntos en momentos de sufrimiento. Nuestras relaciones deben
ayudarnos a crecer en el amor perfecto.
Aprendamos a olvidarnos de
nuestras expectativas de perfección y al contrario, aprendamos más a vivir
según las expectativas de Dios, quien no nos llama a ser eficientes o exitosos
materialmente, sino a amar con abnegación. Nos invita a abrazar cada vida
durante todo su tiempo, nuestra vida y la de quienes ha puesto en nuestro
camino. Cada vida merece vivir..
ORACIÓN POR LA VIDA
Oh María, aurora del
mundo nuevo,
Madre de los
vivientes,
a Ti confiamos la
causa de la vida:
mira Madre el número
inmenso de niños
a quienes se impide
nacer,
de pobres a quienes
se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres
víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y
enfermos muertos
a causa de la
indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen
en tu hijo sepan anunciar
con firmeza y amor a
los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la
vida.
Alcánzales la gracia
de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de
celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de
testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto
con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la
verdad y del amor,
para alabanza y
gloria de Dios Creador
y amante de la vida.
Amén
Juan Pablo II
Encíclica: Evangelium Vitae
sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana
ORACIÓN ECUMÉNICA
OH Señor, a Ti
confiamos la causa de la vida:
mira, Padre el número
inmenso de niños
a quienes se impide
nacer,
de pobres a quienes
se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres
víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y
enfermos muertos
a causa de la
indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen
en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de
nuestro tiempo el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia
de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de
celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de
testimoniarlo con solícita constancia,
para construir, junto
con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la
verdad y del amor,
para alabanza y
gloria de tu Nombre.
Amén
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