Cuarenta días por la Vida
13 de Febrero al 24 de Marzo 2014
Día 28 – 12/3/2014
Uruguay_María
de las Nieves Freira
“Para crear al hombre arriesgamos
destruir al hombre.”
Jacques Testart, pionero de la probeta
Motivación del día
Muchas personas de buena voluntad,
que saben que la vida comienza en la concepción y están en contra del aborto,
apoyan, sin embargo, la fecundación in vitro (FIV). ¿Por qué no?, se dicen. ¿No
es acaso, legítimo el deseo de los padres de tener un hijo? ¿No conocemos todos
alguna pareja que no puede concebir y carga con la dura cruz de la esterilidad?
¿Y no es esta una forma de lograr que esas parejas conciban un hijo? ¿No está
esta pareja llena de amor y abierta a la vida?.
Oración/intención del día
Oremos por las parejas de esposos
que enfrentan problemas de infertilidad, para que puedan entender de qué se
trata esta técnica, y resistan, por amor a Dios y respeto a la naturaleza
sagrada de la vida, la tentación de someterse a técnicas artificiales de
reproducción. También para que puedan superar sus problemas de infertilidad y
lograr, por medios legítimos, tener los
hijos anhelados.
Reflexión
Analicemos primero la intención:
es legítimo y loable el deseo de un matrimonio
de traer hijos al mundo. Pero cuidado, porque este deseo debe reconocer
que la vida la da Dios, que los padres son pro-creadores, y que el hijo es un
don, no un derecho. Lo que tienen los matrimonios es el derecho a realizar
aquellos actos que podrían concluir en la procreación de un ser humano, pero
nunca derecho al hijo.
¿Es legítimo querer curar la
esterilidad? ¡Claro que sí! Pero esta técnica no es terapéutica, no cura la
esterilidad. La pareja sigue estando tan imposibilitada para concebir como
antes. Es simplemente un medio alternativo para fabricar un hijo.
Pero sabemos que el fin no
justifica los medios. Y si el fin es loable, los medios también tienen que
serlos. Y uno de los problemas más grandes con esta técnica (y al único que me
referiré en esta reflexión), es que implica una pérdida aterradora de vidas
humanas (el 95% de los embriones).
En la FIV se fecundan varios embriones.
En la primera etapa se hace una
selección inicial en la que los «de mala calidad» se descartan, es decir, se tiran. (Dentro de
estos están los que tienen una aneuploidía, una alteración a nivel de los
cromosomas (muy común en la FIV a causa de los compuestos en los cuales se hace
la fecundación), que les causará la muerte).
A los restantes se les hace a
veces el Diagnóstico Genético Preimplantatorio (PGD), y, si tienen alguna
falencia, no se transfieren al útero, sino que también se descartan.
Al tercer día, los embriones de
«buena calidad» se transfieren al útero (generalmente dos o tres).
El resto (de «calidad media»)
comienza la carrera para llegar al «día cinco», carrera en la que muchos quedan
por el camino. Los que llegan, se
vitrifican (congelan), aunque, algunos médicos prefieren «insistir y hacer una
nueva fertilización, antes que guardar algo que no tiene futuro». O sea,
proponen que también se descarten.
Pero incluso los que son transferidos,
la mayoría de las veces no logran implantarse y mueren. De los que logran
implantarse, muchos mueren, es decir, hay una altísima tasa de abortos
espontáneos.
Y finalmente si más de uno logra
implantarse y sobrevive, tal vez muera a manos del médico que le practica a la
mujer una «reducción embrionaria» (es decir, aborta algunos de los bebé) para
evitar los riesgos de un embarazo múltiple.
La tasa de efectividad de la
técnica depende de la cantidad de
embriones producidos en el procedimiento in vitro. Si en cada ciclo de
fecundación se produjeron in vitro, en promedio, 3 embriones (en países con
legislaciones restrictivas, como Alemania),
se tiene una tasa de éxito del 12,6% sobre el número de embriones fecundados.
Si los embriones fertilizados fueron en promedio 10 (en legislaciones no
restrictivas, como la aprobada en Uruguay), se tiene una tasa de éxito cercana
al 3,7 % del número de embriones fecundados in vitro.
Es decir que solamente un
porcentaje del 4 al 13 % de los embriones producidos por estas técnicas llega a
nacer; los demás mueren. (Por cada niño que nace mueren de 7 a 26).
No existe, desde el punto de vista
médico, ningún procedimiento que pueda ser indicado teniendo una pérdida tan
alta de vidas humanas. Es decir, jamás se podría indicar médicamente, digamos,
una aspirina, sabiendo que 26 de cada 27 de los que la tomen van a morir.
Jacques Testart, el pionero de la
probeta, después del nacimiento de Amandine en Francia, y después de haber
tomado la decisión de no practicar ninguna FIV más, declaró: "Para crear
al hombre arriesgamos destruir al hombre”,
ORACIÓN ECUMÉNICA
OH
Señor, a Ti confiamos la causa de la vida:
mira,
Padre el número inmenso de niños
a
quienes se impide nacer,
de
pobres a quienes se hace difícil vivir,
de
hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana,
de
ancianos y enfermos muertos
a
causa de la indiferencia o de una presunta piedad.
Haz
que quienes creen en tu hijo sepan anunciar con firmeza y amor
a
los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.
Alcánzales
la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la
alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la
valentía de testimoniarlo con solícita constancia,
para
construir, junto con todos los hombres de buena voluntad,
la
civilización de la verdad y del amor,
para
alabanza y gloria de tu Nombre.
Amén
ORACIÓN POR LA
VIDA
Oh María, aurora
del mundo nuevo,
Madre de los
vivientes,
a Ti confiamos
la causa de la vida:
mira Madre el
número inmenso de niños
a quienes se
impide nacer,
de pobres a
quienes se hace difícil vivir,
de hombres y
mujeres víctimas de violencia inhumana,
de ancianos y
enfermos muertos
a causa de la
indiferencia o de una presunta piedad.
Haz que quienes
creen en tu hijo sepan anunciar
con firmeza y
amor a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de
la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo,
la alegría de
celebrarlo con gratitud durante toda su existencia
y la valentía de
testimoniarlo con solícita constancia,
para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización
de la verdad y del amor,
para alabanza y
gloria de Dios Creador
y amante de la
vida.
Amén
Juan Pablo II
Encíclica:
Evangelium Vitae sobre el Valor y el Carácter Inviolable de la Vida Humana
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