A
nadie se le ha pedido permiso para nacer. Naces y te encuentras con
unos padres, a veces sin ellos, con unos hermanos y familiares que tú no
has tenido oportunidad de elegir. No se ha contado contigo para venir a
este mundo. Y es que no eres dueño de tu vida, salvo de vivirla en
libertad, o lo que es lo mismo, vivirla en verdad y buscando el bien
común.
¿Cómo
quieres ahora ser el dueño de decidir su fin? La eutanasia nunca será
un derecho porque para eso tendrás primero que ser el dueño de tu vida, y
no lo eres. Es verdad que los últimos días de tu vida puedes sufrir,
pero también puede ocurrir al principio, cuando naces, tanto a tu madre
como a ti. Por eso, el aborto tampoco es ningún derecho.
Posiblemente,
las horas de sufrimiento sean la última oportunidad que tienes para
descubrir que la muerte no es el final de tu vida y que ese sufrimiento
puede servir para probar muchas cosas. Tanto el amor de los otros, como
tu propio amor por los demás.
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