A la hora de reflexionar sobre la creación del mundo hay muchas teorías. Y cada uno toma la que más le gusta y le convenga. Pero no se trata de eso, se trata de buscar la verdad y ver, de forma racional y razonable la verdadera causa de su formación.
No hay nada, porque es razonable y lógico, en contra de la teoría de la evolución. La materia pudo muy bien evolucionar y concluir en la aparación del hombre, pero para llegar ahí faltan algunas cadenas que no encajan con todas las teorías que se pronuncian sobre la creación del hombre. La vida no es materia, y por lo tanto, nada material puede evolucionar en vida, y menos en vida espiritual, como es la del hombre. Vida que piensa, que trasciende y que alimenta una esperanza de eternidad y felicidad.
Podríamos preguntarnos,¿por qué las abejas, por ejemplo, siguen igual después de miles y miles de años? ¿Por qué los animales siguen siendo animales? ¿Hay algo que explique que de un irracional se puede saltar a un ser espiritual? ¿Se entiende y se demuestra ese paso?
La razón, nuestra razón, nos explica que la materia no puede derivar en espíritu, y para que ese paso se produzca es necesario la intervención de un Ser superior que infunda esa alma espiritual que distingue al hombre de todo ser viviente y materia existente. Por lo tanto, el mundo puede haber evolucionado de mil y una forma, pero a partir de un Principio de donde arranca la evolución y, sobre todo, la vida del alma.
Ahora, dicho esto, ¿quién se erige como dueño y señor para decidir la vida de otros? ¿Quien se constituye en autoridad para, dando sastifacción a sus propios egos, decidir sobre la vida de los más débiles, indefensos, enfermos y...etc? La vida es un bien, el mayor bien, que no nos pertenece y que tenemos que respetar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario